Barcelona es y quiere ser pionera en la adopción de nuevas soluciones y tecnologías que mejoren la vida de las personas que la habitan, pero no a cualquier precio.
Por una parte, las innovaciones urbanas necesitan el espacio urbano (físico, social y político) como ámbito de experimentación para validar la utilidad, el funcionamiento y la generación de valor público, antes de ser escaladas a productos o servicios implementables y comercializables.
Por la otra, la tecnología, por su propia naturaleza, evoluciona mucho más rápidamente que la capacidad de crear el marco regulador adecuado para facilitar que los gobiernos la adopten.
El Ayuntamiento de Barcelona trabaja para garantizar que las innovaciones tecnológicas sigan estándares éticos, tanto en su desarrollo como en su uso, y vela por los derechos digitales de la ciudadanía.
Al mismo tiempo, adopta y adapta las innovaciones tecnológicas para que sean lo más abiertas, accesibles y democráticas posible, y que se puedan convertir en un vehículo de impulso de la misma innovación.